"Lo que soy yo me lo ha dado el paisaje y el paisano.
He sido un investigador viajero. He aprendido más por lo que he visto en la vida, que por lo que he leído en los libros.

Siempre lo he dicho: por sobre todo, soy un investigador y tengo que ceñirme a lo que veo, a lo que dicen. Yo soy una máquina fotográfica. A esta literalidad la llamo "santidad de texto". No hay literatura en esto. Jamás he sido un escritor estilista, yo trabajo con lo procaz, con el disparate, cosas que a usted pueden parecerle groseras pero no lo son.

Con el pueblo, a quien le debo casi todo, aprendí a vivir hasta el gusto, nunca el disgusto.
Amo el estudio por su valor espiritual, por la dignificación que del hombre hace.

El folclore va más allá de lo pintoresco y lo teatral: es una sonda que se lanza a una comunidad donde abundan los problemas sociales.

Mis libros son de divulgación. No he querido ser un erudito. Cuando publico un libro yo busco que la gente de cualquier lugar diga: "esta leyenda es exactamente así" o "así la contaba mi abuelito".

Conservar al hombre sobre todas las cosas, en los límites sagrados de la honradez y grandeza del alma. Para conquistar el corazón de un pueblo, hay que vivir con el pueblo.

Cuando hablo de cultura tradicional, entiendo por tradición el legado de costumbres, formas de vida, visiones del mundo expresadas en múltiples, en constantes cambios. Aunque parezca un contrasentido, entendemos la tradición perfectamente unida al cambio, pues no existe una cultura inmóvil.

Me interesan los movimientos sociales del pueblo, los nortinos, ellos que en medio de la pampa hicieron la alborada social.

He gozado de la amistad, la quiero. No he estado huérfano de afecto..."

 

Sus amigos de la Biblioteca Nacional.

 

© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina