Geografía del mito y la leyenda chilenos

Retablo de lo fabuloso

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Sabemos que los mitos pertenecen a una época en que la inteligencia del hombre primitivo no era apta para desentrañar la explicación de los fenómenos que en torno suyo se desarrollaban.

El mito no es, pues, más que una explicación de la causa o del origen imaginado de tal o cual ser, cosa, fenómeno o hecho.

El hombre mitológico sintió que el mundo vivía. Pero no interpretó esa vida como nosotros.

Los fenómenos de la naturaleza que se presentaban, no eran el resultado de una ley natural, sino como actos de personajes divinos, o al menos sobrehumanos, de poderes buenos o malos.

Era el tiempo de la fantasía, de la expresión poética, de las impresiones producidas por los fenómenos de la naturaleza en la sensibilidad virgen de los hombres primitivos.

El mito entrega el conocimiento de la vida del hombre antiguo y la interpretación de su pensamiento y de sus acciones. Es una clave que permite reconstruir, trozo a trozo, el tiempo sin escritura. El dato mitológico pasa a ser el auxilio a muchas disciplinas humanísticas y científicas que exploran el origen, el ambiente y el quehacer natural e intelectual del hombre.

Por estas razones merece igual respeto la relativa inexactitud de un texto mitológico que la exactitud relativa de un texto histórico.

La leyenda responde a los estímulos de la naturaleza circundante, tiene implicaciones de variadas índoles, logra variantes, matices diferentes conforme al medio. Puede tener una razón, una verdad y decir relación con la geografía, con un hecho histórico, con un acontecimiento que repetido y exagerado integra el acervo folclórico, conformando el leyendario.

En la leyenda se está a corta o mucha distancia de las fuentes, pero la imaginación popular teje la aventura y la desventura. La imaginación avasalla y colorea la realidad.

Oreste Plath

 

© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina