Notas

1. Entre las tradiciones funerarias de ciertas zonas de Chile, destacan los cementerios-casitas, verdaderas poblaciones en que moran los muertos. Estas viviendas se encuentran en San Juan de la Costa, Chiloé y Balmaceda.

En San Juan de la Costa, los deudos huilliches-mapuches cavan la fosa y, sepultando el difunto, los hombres de la familia construyen una casita de madera sin descuidar las acomodaciones que les sirvan cada vez que los visitan, ocasiones en que les llevan cigarrillos y regalos.

Un día al año, comen en torno de ellos.

En Chiloé, en el camposanto de Huillinco, las tumbas-casas están construidas a semejanza de la población, a manera de las isleñas que se destacan por su arquitectura.

En Balmaceda, el cementerio presenta las fosas con este recubrimiento de casa.

Estas viviendas funerarias están ligadas al medio natural de la madera, de la lluvia, viento y hielo.

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2. Las ofrendas de velas van de una a paquetes y cajones. Las cuidadoras venden la esperma a fabricantes de flores artificiales o de cera para pisos.

Las velas que alumbraron a la "animita", como la esperma, se la llevan veneradores enfermos, para fines terapéuticos.

Así acontece en los santuarios de La Tirana y Andacollo.

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3. En Guatemala los exvotos son pintados en lata por artistas del pueblo, anónimos y aficionados, que reproducen escenas alusivas al accidente, enfermedades, acontecimiento perjudicial que afectó al devoto, acompañado por la acción de gracia, texto de reconocimiento de redacción perteneciente al lenguaje popular.

Semejantes piezas se encuentran en México, donde pintores intuitivos populares los realizan con sentido plástico devocional de ilimitada imaginación.

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4. Cartas, al igual de las que se le escriben a la Virgen o a los Santos, que se colocan a sus pies o se depositan en buzones de las iglesias.

En el Perú, el investigador de folclor religioso Efraín Morote Best, realizó un estudio de este aspecto. Efraín Morote Best, "Las cartas a Dios". Separata de la Revista Universitaria del Cuzco, Nº 97, Cuzco-I-1950.

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1. Recuerda las Apachetas, adoratorio indígena peruano, dispuesto en los paraderos de los caminos y a trechos calculados en una vía larga.

Eran sitios obligados de descanso y en ellos, a fin de deponer el cansancio, los viajeros ofrendaban coca, maíz, plumas de ave, ojotas, piedras.

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