HOMENAJE A
ORESTE PLATH EN LA SECH
(Sociedad de Escritores de Chile) Isabel Velasco Barahona Santiago de Chile, en Almirante Simpson 7, el día 2 de octubre de 1987, con motivo de sus ochenta años.
Eres amiga de Oreste Plath, -dijeron- y te corresponde saludarlo a raíz del homenaje que le rendiremos por sus ochenta años. Bueno, respondí indecisa. Esa inseguridad tenía fundamento, ¿La razón?, solamente una. Tengo en suerte que Oreste me considere parte de su seleccionado grupo, sin tener yo, méritos especiales, de ahí surgió la pregunta ¿por qué?, hasta concluir que Oreste Plath no es más ni es menos que Oreste Plath, lo cual significa: autenticidad, no ambicionar ni perseguir premios, reconocimientos o alabanzas. Oreste es persona honorable y se respeta asimismo, no corre tras objetos interesados y eso le permite poder escoger a sus amistades, también, entre quienes nada le aportamos. Por la calidad humana de este caballero con ascendencia alemana, deseo referirme al Oreste Amigo, aunque exista otro tema: Reseñar su extrema obra, producto de viajes y estudios del poeta, prosista, folklorólogo, charlista, profesor, catedrático y ex director del Museo de Arte Popular, cargo del que fue exonerado por decreto de nuestra insoportable dictadura, provocándole a ese Museo, la pérdida de un administrador capacitado y conocedor del arte popular americano. Recuerdo perfectamente cuando aquí, en esta sala, conocí al famoso Oreste Plath, con casi veinte libros publicados, hoy varios más y otros por editar. Su personalidad observadora y distante, indudablemente atraía. Desde entonces han transcurrido quince años y me considero integrada a su familia. Aquí hago un paréntesis para evocar a su mujer, la escritora Pepita Turina. Pepita, dotada de inteligencia superior y con enorme sensibilidad, soportaba la estupidez hasta ciertos límites. Si colmaban su paciencia, sagazmente reducía al majadero y aunque no escapé de certeras claridades, siempre aplaudí su franqueza. Acompañada por Oreste, desde y para Almirante Simpson 7, librerías, editoriales, presentaciones de libros, festejos en restoranes y habitualmente caminando por calle Merced, he podido apreciar su intachable personalidad. Oreste Plath, llegado el invierno, se impacienta y gruñe porque en la SECH, cuando más, hay una sola estufa y otras veces refunfuña en contra de algunos desatinados que deambulan por esta Casa, posee un fino sentido de humor e ironía ajena de envidia o frustraciones, y puedo asegurar: Oreste es de aquellos escasos seres abiertos y solidarios que no esperan reciprocidad. Si de ochenta años vividos, aporta sesenta dedicados a la profesión de escritor, con exitosa acogida del público y nunca ha obtenido premios por su destacada labor literaria y de investigación, es obvio pensar que jamás buscó galardones y él incorporársele como Miembro de Número a la Academia Chilena, hace alrededor de seis años, está claro, es un reconocimiento tardío. Mucho antes de introducirse en las primitivas raíces del hombre americano, Oreste fue poeta. En esa época los vates, menos numerosos que hoy, carecían de comedidos antológos varios. Pues bien, Oreste Plath publicó Poetas y Poesía de Chile. de aquella antología, voluntariamente se marginó, allí ni sus poemas ni su nombre estuvieron mencionados. Otro peculiar acto de Oreste es, que habiendo sido creador del ¿Quien es Quien? en las Letras Chilenas, colección que publicó el testimonio de cuarenta y ocho escritores, su interesante "Yo", está ausente y Pepita Turina pudo ser incluida, sólo por exigencia de autores invitados a participar. Y así, suma y sigue su fraternidad con la apertura de tertulias literarias cada sábado en Nascimento y el último viernes del mes en Zamorano y Caperán, ambas parte del pasado, como lo es por iguales motivos, el Boletín Bibliográfico Literario, otro aporte gratuito de Oreste Plath, cuyo franqueo a provincias y al extranjero salía de sus arcas. A Oreste Plath, entrañable amigo, que no usa reloj y siempre es puntual; que no calza zapatos con cordones porque no acepta ataduras; que celebra durante todo agosto su cumpleaños; que nada espera pero sabe recordar mínimas muestras de afecto; aunque le enfermen los agasajos, la SECH esta tarde lo saluda públicamente en reconocimiento a lo que fue y continúa siendo: un escritor activo, creador, ajeno de egolatría, fácil de querer y respetar. Oreste, gracias por tu amistad y buenos consejos. |