Cueva de Quicaví
(Folclor chileno, págs. 118. 119)

 

En Chiloé está la Casa Grande o Cueva de Quicaví. Aquí habita el Supremo de los Brujos, rodeado de cuanto aparejo de brujería se necesita y en especial de un aparato que revela el pasado, el presente y el futuro, y cuanto desee conocer el que consulta al Supremo Gobernador de los Brujos; del macuñg, chaleco luminoso que llevan los brujos por las noches y les sirve para volar; el macuñg es hecho de piel humana. Los brujos, cuando desean quedar a oscuras, se bajan el poncho y si quieren luz, se suben el poncho.

Junto a los menjurjes, al instrumental que necesita el arte, está el Imbunche, ser humano que se sostiene en un pie y el otro lo lleva pegado a la espalda; por esta causa, anda a saltitos. Tiene los brazos torcidos y la cara vuelta hacia atrás. Las orejas, la boca, las narices y los dedos también son torcidos. No habla, bala como un chivato, pero en una forma extraordinaria. Recibe también el nombre de Chivato de la cueva.

Para lograr esta figura humana, los brujos emplean un niño de corta edad, y a medida que va creciendo se le acomodan los órganos hasta que quedan dispuestos para su finalidad. Lo alimentan con carne y sangre de niño recién nacido. Es muy difícil verlo, porque está destinado a la vigilancia de la cueva. Unicamente sale cuando ésta se cambia o ha sido destruida. Generalmente, es llevado en hombros, cuando hay traslado. En la cueva es una especie de secuestrado y quizás a esto se deba que ha perdido la facultad de hablar.

Cuando los brujos lo sacan de la cueva para hacer daño, durante el trayecto va gritando y sus gritos anuncian desgracia a los vecinos.

 

El Imbunche, o Invunche, es, también Vuta o Vutamacho y algunos lo llaman Machucho, pero lo describen como un animal que bala como cabro y que anda con las dos manos y un pie, únicamente por la noche. Aseguran que es más o menos del tamaño de un chivato.

La Voladora es una bruja-correo, que para emprender vuelo, deja sus tripas en una artesa de alerce.

Ella simula una Bauda, o sea el Guairabo, y su grito es idéntico al de estas aves.

La Voladora sólo puede volar de noche.

(Versión de Oreste Plath)


© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina