Cueva de Salamanca
(Folclor chileno, pág. 119)

 

Es la cueva donde se aprende el arte de la brujería. En Chile sólo existe una sola Cueva de Salamanca, pero ésta tiene varias entradas y están cuidadas por culebrones.

En esta Cueva está el alma de los brujos fallecidos, cuyo espíritu les insufla poderes a los que se inician; se rinde homenaje a Satanás; se efectúan las misas negras; se realizan las confesiones de brujos y brujas. Una palabra devota o la señal de la cruz bastaría para disolver en monstruosa confusión la asamblea. Al canto del gallo vuélvense los Brujos a sus casas en las que penetran escurriéndose por la chimenea, por el ojo de la cerradura o por alguna rendija.

Cada cierto tiempo, en la Cueva se efectúan fiestas a las que asisten los maestros. Todo el servicio es de oro y lo que se sirve es de lo mejor, pero nada se puede sacar de la Cueva. Llevado al exterior se convierte en materia grosera.

Se cuenta que a la Cueva de Salamanca fue invitado un joven por un brujo, y se encontró con una gran fiesta, allí todo era de oro y plata. Cuando quedó solo se metió una cuchara de plata al bolsillo y en ese momento vio a una niña de hermosas piernas que se acercaba. Después despertó en la Plaza y, recordando lo ocurrido y llevándose las manos a los bolsillos para ver si tenía la cuchara, se encontró con una canilla.

En otras partes del país, en especial en Carahue, estas cuevas son llamadas Renis. En Carahue se habla de la existencia de cuatro Renis, siendo tres de ellas de mucha actividad en otra época. Ahora sólo son dos las que están en plena acción.

En estas cuevas se reúne todo el señorío y celebran sus fiestas y practican sus malas artes.

(Versión de Oreste Plath)


© SISIB - Universidad de Chile y Karen P. Müller Turina